«Con las macetas de flores rodeado de viñas y olivos, animado por el cloqueo del averío, el piar de los pájaros y el zumbido de los insectos, y con las montañas al fondo, capté las más puras y placenteras imágenes de la Naturaleza, esa Naturaleza que siempre es mi Maestra…»
– Curro, ese hombre agachado… ¿qué hace? / Manolito, ese hombre de la camisa blanca recoge granujas. Los granujas son las uvas sueltas que se han separado del racimo. Antes era misión de los niños recoger los granujas. Ahora lo hacen los viejos. Aunque en verdad… son los mismos niños, que ya son viejos.
Manolito apuntó aquello para contarlo después en su diccionario.
Vendimia con tijerita. Para rusticadores finos.
Para ver al rusticador en faena , dale a «sigue leyendo»
Manuel caminaba junto al maestro Carreja por el carril.
– Maestro Carreja, ¿qué es vendimiá? / Vendimiá, Manolito, pueden ser dos cosas. La primera se refiere a recoger el fruto de la vid. Manolito, la vendimia siempre fue motivo de alegría y diversión entre la gente.
Iba a escribir que el sol se ponía ya, pero no, el sol allí no se ponía nunca. Curro volvió a romper el silencio:
– ¿Y la segunda? / ¿Cómo? / La segunda, maestro… / Ah, sí, la segunda. Según la segunda, vendimiá se refiere a disfrutar de una cosa o aprovecharse de ella. Sobre todo cuando se hace con desorden o injusticia.
Aquella noche, en la venta, Manuel Morales – Manolito – apunto en un papel, con el único lápiz que tenía, lo que Curro Carreja le había contado.
RUSTICANDO 